Extraído del Libro: Los Guías Extraterrestres
Llegados a la casa en Lima, nos dimos con una agradable sorpresa que confirmaba el apoyo que nos dispensaban los Guías, y era que nuestro padre, el mismo día que iniciamos nuestra aventura a Marcahuasi, se había encontrado con un redactor del diario «El Comercio», quien era su amigo, había aprovechado en esa oportunidad para entablar una ligera conversación en la que como siempre surgió el tema de los Ovnis. Mi padre se valió de esto para contarle los pormenores de lo que él sabía sobre nuestro contacto y el viaje a Marcahuasi, despertando esto tanto interés en el periodista que lo llegaría a colocar todo por escrito en una nota de prensa para que se publicara en el diario.
La noticia impactó de tal forma que la Agencia de Noticias E.F.E. inmediatamente se interesó en ella, haciendo con mi padre las averiguaciones del caso para comprobar la seriedad de la misma. Al confirmar los pormenores, esta agencia se encargó de difundirla a nivel mundial. El cable decía lo siguiente:
«Cinco jóvenes peruanos mantienen contacto con seres extraterrestres en la Meseta de Marcahuasi. Como culminación de un proceso de contacto, Cinco jóvenes peruanos partieron hacia Marcahuasi, altiplanicie situada a 70 Kms. de Lima y a una altura de 4,000 m.s.n.m., permaneciendo allí por varios días para establecer comunicación con los tripulantes de un Ovni procedente de Ganímedes, el mayor de los satélites de Júpiter, reveló ayer a E.F.E., el Presidente del Instituto Peruano de Relaciones Interplanetarias,
Señor Carlos Paz García.»
La Agencia E.F.E. encomendó la tarea de la respectiva verificación a Juan José Benítez, periodista responsable y objetivo de «La Gaceta» del Norte de Bilbao, España, que en aquellos momentos se encontraba cubriendo las informaciones de la guerra del Medio Oriente desde el mismo frente Israelí. Fue un cambio de ambiente y de tema bastante disímil, como posteriormente nos los comentaría él mismo, que le sorprendió y le llegó a dar un mayor interés, aunque con mucha prudencia.
Llegó a Lima en compañía de otro colega, y ni bien habían llegado al hotel, dejaron su equipaje para dirigirse inmediatamente a la casa de mi padre en el Distrito limeño de Barranco. La dirección que llevaba a mano le sirvió para llegar directamente en un taxi que tomara en el centro de la ciudad.
Nosotros ya habíamos vuelto del viaje a la meseta enterándonos de que en nuestra ausencia, papá había cometido una conveniente indiscreción, dándonos publicidad y haciendo que se cumpliesen los mensajes dados por los Guías. A la llegada de los periodistas, tanto mi hermano como yo, nos entusiasmamos tanto que sacamos de inmediato la carpeta con los mensajes. Benítez no nos entendió lo que queríamos decirle cuando le confiamos que su presencia cumplía con las indicaciones, demostrando que todo ello había sido preparado para que obedeciera con el plan de desarrollo de la Misión y que él venia enviado a realizar parte del trabajo asignado.
Después de recalcarnos que nos negaba la posible existencia de seres de otros mundos y de la posible vinculación con algunos seres humanos, rechazó enfáticamente de que él hubiera venido desde España por otra razón que no fuera el interés de la agencia de noticias por lo que supuestamente allí estaba ocurriendo con nosotros.
Los días siguieron a esta entrevista, los periodistas asistieron a reuniones del Instituto de mi padre, dialogando con personas ajenas a nuestro contacto, que como he aclarado antes, no lo tuvo el I.P.R.I. sino los hijos del Presidente y el grupo de amigos que ellos frecuentaban, siendo el parentesco el único nexo entre el I.P.R.I. y Rama. El acopio de diversas opiniones y versiones no directas de nuestro contacto significó el posterior estado de confusión que imprimiera Benítez en sus escritos, pero sin culpa alguna de su parte ya que la novedad de intercambiar con los periodistas nos hizo olvidar el mantener el celo adecuado para evitar que muchas personas del I.P.R.I. que rodeaban a mi padre, vieran la oportunidad de exagerar y dar informaciones inexactas, llenas de ligereza, para conseguir con ello una buena dosis de publicidad.
Finalmente, el 2 de Septiembre, y ante el asedio de la gente del Instituto, tuvimos que introducir a Benítez y a su compañero al interior de la casa, reuniéndonos en privado en el comedor, donde le relatamos los pormenores de la comunicación telepática y psicográfica. Esto lo hicimos para tratar de corregir muchas de las informaciones distorsionadas que ellos habían recogido en el ambiente.
Los periodistas se asombraron de la facilidad con la que nos comunicábamos por lo que invitamos a Benítez para que él también lo intentase. Para darnos gusto trató de concentrarse; posteriormente nos confesaría de que ciertamente había sentido una peculiar ansiedad que lo motivaba a escribir, recibiendo delante nuestro algunos garabatos ilegibles. Fue en aquel momento en que nos pidió que les consultáramos, a los Guías de la posibilidad de que se diera un contacto del que ellos pudieran llegar a ser testigos. Se hizo la pregunta y el Guía Kulba del sistema de la estrella cercana de Centauro contestó citando el día 7 de Setiembre a horas 7:30 p.m. a un contacto que se concretaría a las 9:00 p.m. con las siguientes personas, que debían asistir: Eduardo, Mito, Sixto, Charlie, Juan José Benítez, Berta, Lilian, Ana María, Paco y aquellos que considerábamos aptos (pero no más de tres personas).
Charlie, mi hermano, era el que había recibido la comunicación importantísima y gravitante en el futuro de la Misión, que en caso de confirmarse nos abriría las puertas de la difusión a nivel mundial como lo habían dicho los Guías o terminaría por cerrarlas para siempre.
Miramos a los periodistas esperando captar su reacción al leer el mensaje pero estaban allí silenciosos y pensativos. Nos dimos cuenta que no los habíamos impresionado en lo más mínimo, sobre todo al compañero de Benítez. Sus dudas eran comprensibles debido a que nuestras comunicaciones eran a simple vista algo demasiado sencillo y simple, lo cual les hacía pensar en lo absurdo e irreal de una posible experiencia física. Les dijimos entonces, que les entendíamos y que, no los culpábamos por pensar así, pero que sus dudas quedarían despejadas como lo fueron las nuestras en el terreno mismo durante la salida.
Habíamos aprovechado los días previos a la salida para viajar con dos buenos amigos: Tito Aisa y Tiberio Petro León, quienes habían organizado una corta expedición para desentrañar el misterio de las piedras grabadas de Ica. Benítez nos acompañó interesándose en el tema, mientras que en el camino aprovecharía para bombardearnos con toda clase de preguntas, captando nuestras respuestas en su grabadora. Como las preguntas fueron directamente al tema, esclareciendo muchísimos aspectos del contacto, aprovecharé la oportunidad para citar algunas de ellas:
– BENÍTEZ: ¿Por qué nos visitan los extraterrestres y qué prueba hay de su presencia?
– CHARLIE: Por los innumerables casos que se han registrado en todo el mundo vividos por la más diversas personas, podemos argumentar que somos visitados por muchos habitantes de múltiples planetas y con la más variadas intenciones. Prueba de ello están las evidencias que a través de la arqueología y de las religiones comparadas se pueden reunir con un análisis desapasionado, objetivo y con amplitud de criterio, que nos hablan de su presencia a lo largo de las edades. Igualmente en una visión retrospectiva de la historia de los orígenes de los diversos pueblos y en sus leyendas, encontramos aquella actuación sospechosa e intervención influyente de los comúnmente llamados dioses, ángeles o mensajeros celestes, cuyas descripciones actualizadas encajan y se relacionan fácilmente con los de los viajeros espaciales. No todos los planetas están habitados y no todos ofrecen condiciones de vida, pero de entre los que sí lo están, no todos necesariamente están habitados por seres superiores al hombre.
No hay pues, razas superiores sino procesos diferentes y civilizaciones distintas atravesando cada una su propio episodio evolutivo. Nos encontramos en un espacio vastísimo de millones de galaxias, cada una con alrededor de 400,000 millones de estrellas, que ni es silencio ni oscuridad ni soledad, todo lo contrario, es un tráfico fantástico de ondas de diversas frecuencias, de naves de las más diversas formas y procedencias (tripuladas y no tripuladas), también de aerolitos, meteoritos, cometas, etc. Las civilizaciones que llegan a alcanzar la Tierra o que se detienen en ella -porque deben de haber muchas que seguirán de largo esquivándonos quizás por razones de seguridad y precaución- lo hacen algunas por investigación científica, para lo cual hacen experimentos, llevándose toda clase de especimenes. Otras llegan buscando lugares de asentamiento de futuras colonias, algunos en una situación más desesperada se las ingenian para mezclarse con el género humano asumiendo semejanzas físicas que les permitan pasar desapercibidos para sobrevivir.