Encuentro en el desierto

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Encuentro en el desierto
NAVE EXTRATERRESTRE
APARECIÓ EN CHILCA

En la noche del sábado al domingo pasados, un grupo de periodistas venidos de diversos países y de la ciudad de Lima se reunió con miembros de la MISIÓN RAMA en medio del desierto de la costa peruana, 13 Km. al Este del Km. 62 de la Panamericana Sur. Su propósito era asistir al avistamiento, anunciado en el mes de febrero para esas fechas, de alguna nave extraterrestre. Los llamados «Guías Extraterrestres» habían expresado su intención de confirmar, con esa manifestación, a la Misión RAMA.

La noche del 25 al 26 transcurrió en una tensa espera, pero poco ocurrió. La segunda noche, apenas pasadas las nueve apareció, ante los ojos de quienes se habían quedado en la pampa de Chilca, un objeto luminoso. Esta es la crónica de ese acontecimiento.

 

La intuición de Edilberto Alvarado fue certera. Nuestro jefe de Fotografía regresó al desierto, al campamento del grupo RAMA donde la noche del 25 al 26 de marzo un gran número de periodistas internacionales y peruanos estuvo esperando el avistamiento de alguna nave extraterrestre, en vano.

Ante el fracaso de la cita los periodistas abandonaron el lugar del encuentro, tal como lo habían programado desde le víspera. Los primeros en retirarse, en la camioneta manejada por Alejandro Guerrero, fueron los de EXPRESO y Caretas, con Pablo de Madalengoitia. A la 8 y medía de mañana del domingo todos se despidieron en las puertas del Canal 5.

Hacia el mediodía Edilberto Alvarado, habiendo dormido un par de horas, acude a su centro de trabajo. Allí lee los periódicos y ve que en EXPRESO del domingo ha salido en la primera página la llamada para la nota que anunciaba el avistamiento en el desierto. El sabe que los del grupo RAMA se han quedado allá, porque el mensaje «dando la cita» hablaba de la noche del 25 y del día siguiente. Entonces coge el teléfono y llama al director del periódico, pidiéndole que le permite retornar con una movilidad de EXPRESO. La respuesta no demora ni un segundo: que vaya.

A las 4 y 40 estaba de regreso en el campamento de RAMA. Lo reciben con alegría y agradecimiento. El grupo se ha reducido a unas sesenta personas. Casi todos, pero no todos los periodistas se habían ido. Quedaban los del Canal Dos de la Argentina y del Canal 23 de Miami.

Personas de la Misión le invitaron unas frutas y conversaron con él. Una señora le mostró el mensaje que uno de sus compañeros había recibido por la técnica de psicografía, o escritura automática. En él, los Guías de RAMA les reiteraban su amor, pero les decían que no les fue posible mostrase «porque entre ustedes hubieron fuerzas extrañas que dificultaron nuestra presencia». También decían que lo sucedido sería causa de algo armonioso, aunque ahora ellos no lo vieran así, y que los fracasos refuerzan aún más las grandes obras. La firmeza de sus sentimientos, se les dijo, sería su principal aliada para superar este revés.

 

TENGAN CONFIANZA

Mientras el receptor recibía aún el mensaje, una persona preguntó reiteradamente si esa noche se producirla el avistamiento tan esperado. La respuesta fue: «siempre estamos con ustedes, tengan confianza».

Además de mostrarlo el mensaje, algunos miembros de RAMA le dijeron a Edilberto Alvarado que había hecho muy bien en regresar, y le alentaron para que tuviera confianza.

Al anochecer, el grupo empezó a trasladarse hacia el fondo de los cerros, del lado opuesto en diagonal al lugar donde se habían estacionado los carros y la cocina del campamento. Un mensaje había indicado que debían todos reunirse allí, a unos ochocientos metros del sitio de la víspera.

Cuando llegaron, después de una fácil caminata, ya había oscurecido y, una vez más corno el día anterior, la noche se puso muy negra. El grupo RAMA comenzó de nuevo con sus canciones, repitiendo las palabras enseñadas por los guías con una música simplísima, y que sirven para ponerlos a todos en armonía.

Sixto Paz Wells, fundador del grupo, llevó a cabo algunas prácticas, como la recepción de cristales, que es una de las iniciaciones de RAMA. Edilberto Alvarado observa esto, pero más que nada observa a su alrededor, siempre a la espera de ver lo que hacía casi dos días estaban aguardando.

Mientras los del grupo siguen cantando y terminan con la ceremonia de los cristales, Edilberto se pone a comer un chocolate. Alguien se le acerca y le pide que él también se concentre y participe en el cántico, pero le resultó difícil hacerlo y optó por recostarse en un saco de dormir que alguien le había prestado.

Inmediatamente después, cuando eran ya las nueve de la noche, una señora le dijo algo y él no comprendió lo que le decía. Se incorporó, se sentó un momento, volvió a recostarse, pero ella se le volvió a acercar y le dijo: mire.

 

LEGA LA NAVE

Y entonces vio. Vio el objeto, la nave que se desplazaba por el borde de los cerros. La vio levantarse por encima del anfiteatro donde la víspera el grupo se había reunido entre las 8 y media y las 10 y media de la noche. La vio desplazarse por la espina de los cerros, como yendo de derecha a izquierda. Por momentos, las puntas de los cerros la tapaban, y volvía a aparecer. Era como un gran cigarro arqueado, con las puntas hacia abajo, arriba rojo, y abajo naranja.

Tomó una de sus cámaras y comenzó a fotografiar, tres fotos con lente normal y lenta velocidad, que acomodo a ciegas. Luego tomó la cámara con el teleobjetivo, volvió a tomar otras tres fotos, y en ese momento ve que la nave se eleva y empiezan a estallar los flashes de los demás integrentes del grupo. El piensa: «para qué tomarán fotos con flash, a esta distancia no les va a salir nada».

Sigue sacando fotos. Finalmente, la nave desaparece en el mismo lugar en que la noche anterior todo el mundo había visto un gran resplandor. Una vez desaparecida la nave, el resplandor queda, y por fin se apaga. Contra los cerros, por un momento, percibe cuatro objetos pequeños, de color anaranjado. Alguien le dice que esos son como monitores de aparatos de algo como televisión que hay adentro de las naves. Luego todo se apaga.

Recién después de que todo ha terminado, Edilberto Alvarado se olvida de sus cámaras, aberturas de diafragma y demás detalles profesionales que lo tuvieron ocupadísimo mientras la nave se desplazaba ante sus ojos, y se siente de pronto, anonadado. La cita se había cumplido. (R.A.)

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