«…Debemos recalcar, dentro de Misión Rahma, que los Guías siempre nos han recomendado que, en la medida de nuestras posibilidades, vayamos cambiando nuestros hábitos de consumo de toxinas, ya sea fumando, ingiriendo licor, o comiendo carne, porque estas hacen más lento el camino, hacia la elevación espiritual que se está buscando, Al estar llenos de toxinas, nuestro cuerpo se hace más perezoso en los trabajos que conlleva un esfuerzo de nuestra voluntad, y sobre todo, si son dirigidos hacia el engrandecimiento del espíritu. Algo que siempre nos han recalcado los Guías, es que debemos llegar a dejar todo esto, pero no porque nos lo piden, sino porque nosotros mismos nos hayamos convencido del daño que nos causa el consumo de estas toxinas. Si ya tenemos bastante con las toxinas que respiramos a diario por la contaminación ambiental, y con lo que producimos nosotros mismos, con nuestros problemas, angustias y cóleras, para qué vamos a agregar, encima de todo ello, las que producen el tabaco, la carne y el alcohol?
Vamos a tocar, como ejemplo, los peligros que trae comer carne. Antes y durante la agonía del animal sacrificado, la bioquímica de dicho ser sufre profundos cambios. Productos tóxicos aparecen en el cuerpo, dando origen a dolores y envenenamiento en el animal moribundo. De acuerdo con la Enciclopedia Británica el envenenamiento corporal, incluyendo ácido úrico y otros desechos están presentes en la sangre y en los tejidos.
Así como nuestro cuerpo se enferma, durante un período de intensa ira o miedo, también los animales sufren profundos cambios químicos en situaciones peligrosas. El nivel hormonal en la sangre del animal, especialmente la ADRENALINA, cambia radicalmente cuando ellos ven a otro animal muriendo cerca suyo, entonces, luchan febrilmente por su libertad y su vida, Esta gran cantidad de hormonas que mas tarde envenenan los tejidos, queda en la carne del animal, que consumimos en un rico bife o una sabrosa parrillada. De acuerdo con el Instituto de Nutrición de América, la carne de un animal muerto, está llena de sangre tóxica, y otros desechos derivados.
Las carnes contienen materia astral de naturaleza animal, la que es liberada en el proceso de la Digestión. Al desintegrarse las moléculas físicas, esta materia de vibraciones densas, se fija en los cuerpos astral y etérico, opacando su luminosidad y colores, y densificando sus vibraciones, lo que entorpece la receptividad a vibraciones, más sutiles, y favorece las influencias negativas del astral inferior. Esta abre las puertas a los gérmenes astrales, los que propician el medio etérico adecuado, para el desarrollo de los gérmenes físicos, causantes de enfermedades.
Las vibraciones densas de las carnes y las drogas, persisten hasta después de la muerte física, y es muy difícil liberarse de ellas y de su influencia negativa en la vida astral. Además del condicionamiento kármico que determinan, en los átomos permanentes físico y astral, que son los moldes para los cuerpos de la próxima reencarnación. En el plano denso, entre las muchas toxinas de la carne, se encuentran el Escalol y el lndol, venenos causantes, entre otros, de la fatiga física en el cuerpo humano; también hay un alto porcentaje de albúmina y ácido úrico, que propicia el desarrollo de diversas enfermedades infecciosas.
Todas las carnes, aún la de pescado, pueden portar parásitos los que se desarrollan en el sistema digestivo y en las fibras musculares.
Desde el momento que se sacrifica al animal, y se le corta la vida, las células se descomponen, y se inicia la putrefacción, como en todo cadáver. Un proceso similar, ocurre en la digestión, y la carne, se pudre en el estómago, formando un caldo de cultivo propicio para el desarrollo de gérmenes y bacilos, Así el hombre, hace de su estómago un cementerio vivo, en el que se pudren los cadáveres de sus hermanos inferiores.
Una de las más graves, e ignoradas, consecuencias del carnivorismo, es el karma de la sangre derramada de millones de animales sacrificados por el hombre en cacerías y mataderos, arrojando, cada año al plano astral, millones de seres aterrorizados, llenos de temor y espanto hacia el hombre.
Las guerras son consecuencia kármica directa de esta matanza organizada de animales. El hombre asesina a su hermano inferior, en la escala de la evolución, olvidando que él ha vivido también en ese plano, y que ellos han de ser humanos algún día. En todo animal, están reencarnados los tres átomos de la tríada inferior, que desciende de la mónada.
Con los frutos de la tierra se nutre el hombre de células vivas, y de células muertas con la carne, Los vegetales se asimilan por fermentación, formando alcoholes que limpian el organismo, y las carnes por putrefacción, como la descomposición del cadáver. Unos dan vida y otros muerte. (N. del T.) No debería desecharse el saber que el animal ingiere pastos que pueden haber sido tratados con plaguicidas, estos no siempre autorizados por su toxicidad al consumo humano, y que quedan integrados en la carne.
También debe recordarse la cantidad de vacunas y otros remedios, que son aplicados al animal para evitarle innumerables enfermedades y que son asimilados en su sangre, carne y vísceras (hígado, riñones, intestinos, etc.). Ej.: Para evitar el estrés del viaje al matadero, y perder peso por ese motivo, se les aplica un tranquilizante, el que posteriormente podría ser ingerido por nosotros. (Podría ser esto una de las causas de la modorra luego de comer?).»